domingo, 26 de junio de 2016

BREXIT: LOS DÍAS… DESPUÉS

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Por Elsa Claro
Sensible y por momentos disparatado está el ambiente dentro y en torno al Reino Unido. Los seis países fundadores de la Unión Europea, exigieron a Londres que comience de inmediato los pasos legales para materializar su salida del pacto.
Parece un empujón para que lance al abismo o quizás ¿será un acto de rotundo despecho? Lo trascendente, sin embargo, está al interior de la multicultural sociedad donde salen a la luz con vigor inédito, importantes divisiones.
Las autoridades de Escocia piensan entorpecer la decisión de salida negándose a aceptarla y dicen que impugnarán el paso por vía parlamentaria, teniendo como fundamento el que más del 60% de los escoceses votaron por mantenerse dentro de la UE. Si no logran un proceso que frene el Brexit, moverán las cuerdas de la independencia para separarse del Union Kingdom.
Las razones no son iguales, pero sí parecidas a las que se manejan en Irlanda del Norte por los nacionalistas católicos. Ambas son dos áreas muy beneficiadas por los enlaces económico-comerciales que propicia el pacto integracionista. Sin embargo, y en contradicción con este enfoque, está el territorio de Gales, la región que mayores provechos recibe de Bruselas, y donde sus habitantes decidieron salir de tan benefactoras estructuras.
¿Contradicción o pista para encontrar verdades?
Si los beneficios recibidos de la UE tienen peso en las determinaciones, desde luego que no fue el único factor influyente en el resultado. Habría que darle cabida a criterios como loso expuestos por el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbin,  quien hace notar que las zonas que mayoristamente votaron contra mantenerse dentro de la UE “son las antiguas regiones industriales del Reino Unido”, o sea, las más “afectadas por los empleos mal pagados, y la falta de inversión del gobierno central”. Esto equivale a situar en su debido engarce espacio-temporal a quienes peor sufrieron  el golpe de la austeridad.
Desde esa óptica, es razonable achacar a las políticas exigidas por la Unión Europea y aceptadas por la administración Cameron, el disgusto social expresado en la votación del jueves. Explicaría el que tantos festejen como el resultado como “día de las independencia”, mientas otros tantos la consideran fecha luctuosa.
Estos últimos son aquellos que piden un segundo referéndum, una especie de rectificación de errores. Piensan que si se repite, el resultado cambiará. De otra parte, muchos que dependen del mundo financiero llegan al extremo de solicitar que Londres se convierta en un país.
 Las divisiones al interior de los partidos políticos y a escala de base social, muestran que el asunto tiene altas complejidades a partir de directrices conservadoras y hasta de la pifia de Cameron quien movió sus piezas pensando salir airoso de la prueba y obtener una validación extra de su mandato junto con las prerrogativas especiales arrancadas a Brusel.as
No son las únicas causas, porque no hay una sola razón ni un mero elemento interviniendo en el desenlace. Lo sobresaliente es el descontento, puede que multifactorial. Lo mismo si se busca al culpable dentro del país que fuera, es decir, en la UE.
Por ello y debido a que el proceso de divorcio será largo, este tema seguirá ocupando grandes espacios en la prensa, los debates oficiales y el ánimo de muchos.


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