Personalmente creo que Estados Unidos, aparte de auto segregarse,
se puso en evidencia ante la comunidad mundial ayer. Sus representantes y
autoridades estaban convencidos a priori, del fracaso y así lo dijo, entre socarrona y
autosuficiente, la embajadora ante la ONU, al explicar su voto negativo al
levantamiento del bloqueo. Tuvo un solo eco, el de Israel.
Cuando la embajadora estadounidense Nikki Haley,
dijo «esta Asamblea no tiene la facultad para poner fin al bloqueo de
Estados Unidos» y que «lo que hace la Asamblea General, hoy y todos los años,
es un teatro político», estaba menospreciando,
claramente, a todos los demás, de la forma más obscena, incluyendo a
los dos tercios de los ciudadanos norteamericanos que desean el cese del
sostenido castigo al pueblo cubano, como recordó nuestro canciller
posteriormente.
El discurso de la preponte
Haley provocó tanto rechazo, que decidió
irse de la sala, dejando a otra persona para hundirse más en el bajeza, luego de que la votación y los reiterados
aplausos aprobatorios del auditorio a Bruno Rodríguez Parrilla, dieran un indecidible apoyo a Cuba incluido
el momento en que el canciller evocó a Fidel.
Cierto que no siempre los números
son locuaces, pero si el pasado año fueron 191 países los que votaron en favor
de la moción cubana y este año igual la cifra, ello indica que, excepto dos,
todos los representados en el organismo mundial piensan que es desafortunado el
enfoque y la ejecutoria emanada de la Casa Blanca sobre un país pequeño, pero
respetable.
Eso se evidenció en las numerosas intervenciones individuales o por
bloques que representan a todos los continentes. Incluso los más afines a
Washington entienden que la política arrastrada durante más de seis décadas es
ilegal, según la visión de Bolivia y con ella de un sinnúmero de países. Injusta
y dañina para la población cubana, de acuerdo al perecer de Viet Nam, Rusia,
Argelia, el grupo de los setenta y siete, o sea las 134 naciones que lo
integran y el movimiento no alienado que son 120 más, o el grupo africano que
aludió al modo en que el bloqueo impide el normal desarrollo de la mayor de las
Antillas, algo reiterado por la CELAC o el CARICOM, organismos que dejaron en
claro que el bloqueo a Cuba es un impedimento al desarrollo regional, pese a que
la isla ha contribuido extensa e intensivamente con su ayuda otros pueblos.
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